Cualquiera que admire la imagen que acompaña este artículo o vea in situ este armatoste, coincidirá en que no es un monumento arquitectónico; sin embargo, elementos de la cultura tradicional, ligados a la economía agropecuaria de autoconsumo que se practicaba en nuestra tierra, como es un potro de herrar, son tan valiosos como una gran catedral y merecen el esfuerzo de ser recuperados, restaurados y admirados como si de un B.I.C. se trataran. Su valor no está en la belleza de sus formas ni en la nobleza de los materiales con los que están construidos, está en su “arquitectura”, en ese diseño sencillo, pero muy funcional, que permitía a nuestros antepasados mantener sanos a su más preciado capital, el ganado bovino, las vacas y bueyes que constituían tanto su fuente de alimento como su fuerza de trabajo en las tareas agrícolas. Son pues, parte indeleble de nuestra historia, el recuerdo de otros tiempos que, aunque duros, no debemos olvidar porque forjaron el futuro.
Para los legos en la materia y las nuevas generaciones, hay que señalar que un potro, tal cual se ha reconstruido en Busnadiego, es una estructura de madera de forma rectangular, compuesta por cuatro troncos verticales o “pies derechos”, apuntalados con dos filas de travesaños horizontales alineados en los laterales más largos. Para inmovilizar al animal, en la parte frontal estaba el cabezal en forma de yugo (en este caso, personalizado con una pequeña talla en bajorrelieve, realizada por Antonio Alonso Abajo, de Filiel), donde se sujetaba la cabeza, mientras que el cuerpo, se ceñía a los travesaños con unas correas que le sujetaban de lado a lado. Por si fueran pocas medidas de seguridad, y, dado que “los animales no están confesados”, como dice el refrán para aludir a su carácter imprevisible, el perímetro se cerraba en la parte posterior con un madero para evitar que retrocediera. De los postes verticales, a poca altura, sobresalen los caballetes que en algunos lugares se llamaban apoya manos, en los que de forma alternativa se ataban las patas para facilitar el trabajo del herrador.
Los potros para el ganado bovino son complejos y robustos porque, al contrario que los caballos, mulos,… para ponerles herraduras, los bueyes y vacas no se sostienen en tres patas y es difícil conseguir que doblen las delanteras a nivel de la articulación de la rodilla, por lo que la tarea es mucho más ardua. Además, en algunas ocasiones, se debían usar también para la aplicación de tratamientos sanitarios, cuando el remedio o curaciones empleadas aconsejaban la inmovilización del animal como medida de seguridad.
El potro de herrar comenzó a utilizarse en el siglo XIX; pero, Busnadiego, no tuvo su potro comunal hasta mediados del siglo XX cuando, Jesús Callejo Lorden, lo construyó para uso de todos los vecinos. Por desgracia, unos años más tarde, más o menos en la década de 1970, cayó en desuso por la fuerte emigración que sufrió la localidad y por la disminución de la cabaña bovina, coincidiendo con la mecanización de las tareas agrícolas allí donde era posible.
Antes de la pandemia la Asociación Cultural El Escriño, acordó recuperarlo y, para ello, cortaron los robles precisos, dejaron secar la madera lo suficiente (casi 4 años) y, ayudados por el hijo de Jesús Callejo Lorden, comenzaron a reconstruirlo, lo más fidedignamente posible. El 26/08/2023 se concluyó el trabajo y fue plantado en el mismo lugar que ocupara el original.
El potro de herrar de Busnadiego, gracias a todos los que colaboraron en su recuperación y los que han apoyado esta iniciativa, es ya, cuan “ave Fénix”, un homenaje al pasado de las tierras del Teleno, una lección de historia para los más jóvenes y un agridulce recuerdo para los nostálgicos.
En fin, otro motivo más para visitar esta bonita y apacible localidad de la Alta Maragatería que ha sido una de las ganadoras del Concurso “Los 10 Pueblos Tilenenses más Bonitos” en el año 2021.
Con muy poco, simplemente con ganas y voluntad, se puede hacer mucho por nuestros pueblos He aquí un claro ejemplo.
Ana Fe Astorga González
Gerente Grupo Acción Local Montañas del Teleno
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