Sistemas de riego tradicional en Santa Elena de Jamuz: El cigüeñal y la Noria
- Montañas del Teleno
- 14 abr
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El municipio de Santa Elena de Jamuz es un claro ejemplo de los territorios que constituyen la llamada España vaciada. Este municipio, como otros tantos de la meseta leonesa, ha visto en las últimas décadas un progresivo descenso de su población, consecuencia de los cambios sociales, económicos y demográficos que afectan a las áreas rurales.
En este contexto, El Parque de los Sistemas de Riego Tradicionales (en Santa Elena de Jamuz) constituye un valioso espacio para la conservación y difusión de los sistemas tradicionales de aprovechamiento del agua, que durante siglos fueron esenciales para garantizar la vida y el sustento de sus habitantes. Este parque no solo es un lugar de exhibición de los ingenios hidráulicos, sino también un testimonio de la forma en que sus habitantes lograron adaptarse y prosperar en un entorno marcado por la necesidad de optimizar los recursos naturales, especialmente el agua.
Entre los elementos más significativos que alberga destacan el cigüeñal y la noria de tiro.
El cigüeñal y la noria de tiro, no solo son piezas de ingeniería rudimentaria, sino auténticos testimonios de un conocimiento tradicional que combina ingenio, sostenibilidad y adaptación al entorno.
En un mundo cada vez más alejado de las tradiciones rurales el objetivo principal de este trabajo es preservar y transmitir este valioso patrimonio a las futuras generaciones, destacando la importancia histórica, cultural y técnica de estas tecnologías tradicionales.
El cigüeñal
Santa Elena de Jamuz se precia de conservar uno de los ingenios agrícolas antiguos: el cigüeñal.
El cigüeñal (llamado así por la semejanza con la figura de la cigüeña a la que imita no solo por su forma, sino también en sus movimientos) es un artilugio sencillo pero ingenioso que se ha utilizado durante siglos para extraer agua de pozos o ríos de manera eficiente.
El cigüeñal tiene un origen muy antiguo, posiblemente se remonta a las primeras civilizaciones agrícolas que dependían de sistemas para elevar agua. Aunque es difícil establecer cuando se inventó, se considera una evolución del “shaduf”, un dispositivo similar utilizado en Egipto y Mesopotamia hace más de 4000 años, que es mencionado en textos históricos y representado en relieves egipcios.
Este dispositivo se extendió rápidamente por el Mediterráneo, adaptándose a las necesidades y recursos locales. En la península Ibérica, el cigüeñal se convirtió en un elemento común en las zonas rurales, especialmente en regiones donde el acceso a las aguas subterráneas era crucial para la agricultura y el consumo humano.
En España, el cigüeñal se utilizó ampliamente desde la época romana hasta tiempos recientes. Aunque ha sido reemplazado por modernos sistemas de riego, todavía se encuentra como elemento simbólico del patrimonio cultural. En León, por ejemplo, su presencia está vinculada a la vida agrícola y a las tradiciones que giran en torno al agua, especialmente donde los pozos no son profundos y el acceso al agua ha sido históricamente un desafío.
El cigüeñal representa la habilidad del ser humano para aprovechar los recursos naturales de manera sostenible, de vivir en armonía con los recursos disponibles, tomando solo lo necesario. Es una solución simple pero efectiva para obtener agua sin una tecnología avanzada.
Es un recordatorio del esfuerzo físico y de la dedicación necesaria para vivir en el medio rural. A pesar de su simplicidad, su uso requiere paciencia y constancia, siendo un símbolo del trabajo duro y el valor de la autosuficiencia, representando la habilidad humana para transformar su entorno con esfuerzo y creatividad.
En Santa Elena de Jamuz (aún pueden observarse algunos), el cigüeñal fue una herramienta muy común. No solo fue un utensilio funcional, sino también, un símbolo de la vida rural que conecta a los habitantes con sus raíces. Este artefacto es una señal de identidad local y orgullo cultural que representa una conexión con las generaciones pasadas que utilizaron este ingenio para sustentar sus vidas. Su presencia en los pozos de las fincas constituye un recuerdo vivo para muchas generaciones, pues crecieron viendo y utilizando el cigüeñal.
El cigüeñal está profundamente integrado en el paisaje de Santa Elena de Jamuz. En un mundo donde las tecnologías modernas han desplazado a las herramientas tradicionales, el cigüeñal se mantiene como una seña de identidad cultural que conecta el pasado con el presente. Su conservación y puesta en valor es fundamental para preservar el legado cultural del municipio fortaleciendo el orgullo local y ayudando a transmitir a futuras generaciones la riqueza cultural de la región.
En el municipio de Santa Elena de Jamuz las partes del cigüeñal se conocen como: horqueta, burro y lata.
La horqueta es un gran tronco vertical terminado en forma de horquilla en su parte superior.
El burro es una larga palanca sujeta a la horqueta mediante un “eje”. En uno de sus extremos se coloca un contrapeso de piedra y en el otro extremo la lata.
La lata es el palo que cuelga de uno de los extremos del burro y al cual se sujeta el caldero con el que se extrae el agua.
El mecanismo del cigüeñal se basa en la ley de la palanca. La técnica para sacar agua consiste en empujar hacia el pozo el caldero tirando de la lata. Una vez lleno el caldero, se suelta la lata y el contrapeso lo sube hacia arriba.
Como dato curioso, señalar que si está correctamente equilibrado, el cigüeñal se mantiene en posición horizontal cuando el recipiente esta medio lleno.
La noria
El municipio de Santa Elena de Jamuz posee un rico patrimonio histórico vinculado a su entorno rural y a las tradiciones agrícolas que marcaron su desarrollo. Entre estos elementos, la noria (del árabe na’ura), destaca como símbolo del ingenio hidráulico local, reflejo de las prácticas económicas y sociales del pasado.
La noria de tiro o noria de sangre es uno de los dispositivos hidráulicos más antiguos e ingeniosos utilizados por las civilizaciones para la extracción y elevación de agua. Su diseño basado en el uso de fuerza animal o humana, (de ahí su nombre) permitió garantizar el riego de cultivos y el suministro de agua en regiones áridas, siendo un pilar de las sociedades agrícolas durante milenios.
Tiene sus raíces en la antigüedad, posiblemente derivada de tecnologías hidráulicas desarrolladas en Mesopotamia o Egipto hacia el 2000 a.C. Estas culturas, pioneras en la ingeniería hidráulica, desarrollaron sistemas básicos de elevación de agua como el shaduf (cigüeñal), para evolucionar más tarde hacia mecanismos más complejos que aprovechaban la fuerza de animales.
Fueron datadas por primera vez por Arquímedes (siglo III a. C).
Los romanos perfeccionaron este sistema en el Mediterráneo, incorporando materiales como madera y bronce en sus engranajes, lo que mejoro su eficiencia (permitió una transmisión de movimiento más eficaz) y su durabilidad.
Bajo la influencia de culturas islamistas, la noria evolucionó y extendió su uso durante la Edad Media, especialmente en la península Ibérica, donde los musulmanes adaptaron y expandieron la tecnología, integrándola en los sistemas de riego de alquerías y huertas.
La noria además de facilitar la expansión agrícola en diversas culturas dejó un legado técnico y cultural que perdura hasta nuestros días, siendo un símbolo del ingenio humano en la gestión de los recursos naturales.
La introducción de las norias en el municipio de Santa Elena de Jamuz pudo tener lugar durante el periodo medieval, coincidiendo con la influencia de las técnicas hidráulicas árabes en la Península Ibérica. Su economía basada en la agricultura de secano y regadío, incorporó este sistema para regar campos y huertos. La noria además de facilitar la subsistencia agrícola, formaba parte del paisaje cotidiano de Santa Elena, siendo un testimonio del vínculo entre sus habitantes y su entorno natural.
La modernización agrícola y el abandono de las técnicas tradicionales llevaron a la desaparición de muchas norias. Las pocas que aún perviven (en desuso) son un testimonio del legado de nuestros antepasados. Rescatar su memoria y promover su conservación y difusión es fundamental para conectar a las futuras generaciones con sus raíces.
En el municipio de Santa Elena de Jamuz las norias de hierro no sustituyeron como en otras zonas de España a otras anteriores de madera sino a cigüeñales.
Los elementos más importantes a destacar en la noria son:
Engranajes: uno vertical, unido al bombo, y el otro horizontal integrado en el eje del tres pies. Ambos engranajes están accionados por una caballería mediante la palanca, imprimiendo en su recorrido un movimiento circular.
Cadena: barra lateral (una en cada lado y en posición vertical) que lleva cada caldero para unirse al siguiente. También es el conjunto formado por los calderos.
Barreta: es una barra horizontal (eje) que une las cadenas de un caldero al siguiente y que permite que cada caldero gire de forma independiente.
Bombo: es la estructura que unida mediante un eje al engranaje vertical es el encargado de hacer girar los calderos. El bombo puede ser abierto o cerrado. El bombo cerrado además de mover los calderos, recibe el agua que suben y la canaliza hacia la zona donde desagua (“agual”). La noria de bombo abierto cuenta con una estructura llamada pila (artesa) donde se vacían los calderos.
Tres pies: armazón en forma de trípode que sujeta al eje, al engranaje horizontal y a la cabezuela.
Cabezuela: pieza colocada sobre el eje del tres pies donde encaja la palanca.
Palanca: palo de madera al que se engancha el burro (caballo, mulo) mediante los tiros y el ramal, poniendo en movimiento la noria.
Eje del bombo: barra central que soporta y transmite el movimiento entre los engranajes y el bombo.
Calderos (cangilones): recipientes de hierro (con forma de medio cilindro, y colocados formando una cadena) con los que se extrae el agua. Llevan en el fondo un agujero que permite el escape del aire disminuyendo la resistencia al llenarse de agua. Además el agujero facilita el vaciado de los calderos que quedan llenos, evitando así la oxidación de los mismos.
Zoquete: madero cuya función es unir el tres pies con el eje del engranaje horizontal. No todas las norias llevan zoquete.
Gato: trinquete colocado sobre los dientes del engranaje vertical cuya función es impedir que gire en sentido contrario.
Marco: estructura de madera o de hierro, colocada sobre el “bocal” del pozo, en la que se sujeta la noria.
Cojinete: pieza en la que se apoyan y giran los ejes.
Señalar por último que a la caballería que movía la noria se le tapaban los ojos para que no advirtiera que solo daba vueltas y no avanzaba, así se favorecía un ritmo adecuado de vueltas en torno al pozo. En su recorrido alrededor del pozo, el animal va marcando una senda circular que en nuestro municipio se conoce como “andel”.
"La Tarde caía triste y polvorienta. El agua cantaba su copla plebeya en los cangilones de la noria lenta. Soñaba la mula ¡pobre mula vieja!, al compás de sombra que en el agua suena. La tarde caía triste y polvorienta". Antonio Machado
Este trabajo pretende ser un punto de partida para futuras investigaciones más amplias sobre el cigüeñal y la noria de tiro. Lejos de considerarse un estudio definitivo, está abierto a correcciones, ampliaciones y nuevas aportaciones que permitan enriquecer y profundizar en el conocimiento de estos ingenios tradicionales. Cualquier contribución que ayude a matizar la información aquí recogida será siempre bienvenida.
Queremos expresar nuestro más sincero agradecimiento a Leandro Blanco Cuesta y Carlos Blanco Cuesta por compartir sus conocimientos, que han sido fundamentales para la realización de este trabajo.
Delfina Fernández Alegre.
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